sábado, 21 de febrero de 2009

Pequeña bienvenida

Prefiero irle dando el golpe al cigarro poco a poco mientras una música sumerge mi cuerpo. Estoy sentado en la silla, mas no temo, doy otra fumada, el trabajo puede esperar.
Después de todo, lo que más me ha importado en estos tiempos es acabar un libro de poemas. No hay ventanas en esta habitación, pero estoy solo y eso pesa o aliviana. No lo sé aún.
Come on, inventar un lenguaje que nos sacuda no es difícil, la luna saldrá tal vez, pero ahora como lo que tengo. Mi hermano duerme, espero un día viajar hacia la bestialidad más seguido. Me preparo. A lo mejor si dejo recados aquí alguien podrá sentir mis pistas y eso me recompensará enormemente.
Sí, iré a gozar, el templo budista permanece, mas no será antes de que vea al médico y determine qué tan apto soy.
Los piratas venden mercancía allá afuera en ciertas zonas no anegadas; tengo algunos compañeros con quienes hablar, el vivir contiene un rostro de palabras empuñadas a las cuales agarrarse y siempre surgirá un eclipse, es normal el desconcierto.
Después de este comienzo, doy la bienvenida a este rincón con puerta negra al cercano esponja que pueda escuchar o sentir algo de lo que recopilaré o balbucearé, sin embargo, quedo a sus órdenes con una estimada retroalimentación que pretendo persuada a la gente a que si va a opinar de algo lo haga vaciándose hasta recoger su caída.
El aquelarre llamado vida va a durar muy poco, así que entre más pronto lo hagan, mejor.

Salut.

Black door with red

Black door with red
Georgia O´Keeffe, 1954, 48x84 pulgadas, óleo sobre tela. (Fachada de mi contradictoria morada.)